Se puede pensar en la infancia como “la etapa más feliz de la vida” porque se crean los primeros vínculos afectivos y se conoce el mundo.
Pero este proceso puede enfrentar dificultades que alteran la conducta infantil, generando una relación conflictiva con su entorno, aislamiento y situaciones angustiantes para el niño y la familia, que merman su capacidad creativa y de convivencia. Cuando la conducta, convivencia y capacidad de aprendizaje de un niño o niña no son como las de otros chicos, es probable que requiera asistencia psicológica, psicopedagogica o psiquiátrica.
Ahora a que profesional se debe acudir?, cuando un niño o niña tiene problemas no normales de conducta/comportamiento o aprendizaje, o combinados con problemas médicos (ejemplo, el niño o niña se orina más allá de los tres años de edad)
Si la evidencia de los problemas son de conducta/comportamiento, se debe ir donde un psicólogo o psicóloga.
Si la evidencia de los problemas don de aprendizaje, se debe ir donde una psicopedagoga o psicopedagogo.
Luego de la realización de un diagnostico y evaluación profesional, los profesionales pueden derivar el caso o complementarlo con la atención de un psiquiatra.
Cuando el desarrollo infantil no es el deseado
Se debe considerar que los problemas de conducta o aprendizaje del niño no son intrascendentes, sino que deben ser diagnosticados por especialistas pues en la gran mayoría de casos tienen más de una causa y requieren del seguimiento de puntos específicos para su tratamiento.
Para los especialistas en salud mental, crecimiento y desarrollo son dos cosas distintas, de modo que el primer concepto sólo hace referencia a cambios físicos del niño, en tanto que el segundo se aboca al estudio de “áreas como capacidad de movimiento, lenguaje, socialización, autocuidado y adquisición de conocimiento; a su vez, el desarrollo infantil puede estudiarse desde tres dimensiones: física, social y psicológica, siendo la primera el campo de acción del médico y las otras dos aquellas en que incidimos los psicólogos y psiquiatras”.
Hablamos de chicos que no presentan la misma conducta que otros de su edad, por ejemplo, “cuando en los primeros años de vida se detectan deficiencias en el uso de lenguaje, ya sea porque el infante no habla en el tiempo promedio o lo hace de manera inadecuada; también cuando es más grandecito y presenta problemas en la escuela o no aprende al mismo ritmo que sus compañeros”.
Importancia del diagnóstico
Las dificultades en el desarrollo mental del niño tienen normalmente más de una causa, “como la dinámica familiar, las relaciones y demandas en el ámbito escolar o en otras áreas sociales e, incluso, algún aspecto biológico que puede generar una condición inadecuada de desarrollo; todo esto llega a conjugarse de tal manera que provoca una serie de alteraciones en el perfil psicológico del menor”.
Por ello, la “regla de oro” para atender estos problemas es la evaluación por parte de un psicólogo o psicopedagoga y, en ocasiones, por un equipo multidisciplinario de expertos en salud mental, que puede incluir a un psiquiatra.
Si los trastornos que se presentan son meramente de comportamiento, el psicólogo será el encargado de llevar la terapia; en cambio, cuando se identifica que el origen es una anormalidad del sistema nervioso, ocasionada por factores hereditarios, accidentes o cáncer, el tratamiento será dado por un psiquiatra, el cual también está capacitado para atender problemas conductuales que puedan requerir prescripción de fármacos. La atención también puede realizarla un equipo conformado por especialistas de ambas ramas, quienes pueden apoyarse en neurólogos o pediatras, pero todo ello dependerá del resultado de la evaluación.
La examinación requiere varias horas repartidas en más de una visita tanto del niño como de sus padres y otros familiares; incluso, bajo aprobación de los consultantes, se puede obtener información pertinente de otras personas que tienen que ver con el infante, tales como el médico familiar y personal de la escuela.
Durante estos exámenes se analizan diversos puntos, como narración de los problemas y síntomas, obtención del historial médico de los padres y de la familia, conocimiento de los detalles que ha tenido el desarrollo del niño, descripción de las relaciones familiares y, de ser necesarias, pruebas de laboratorio como análisis de sangre, radiografías o algún test especial, como evaluaciones psicológicas, educativas o del habla.
Es sumamente importante que la examinación sea lo más completa posible y que se estudien todos los factores que podrían afectar al infante. “Por citar un ejemplo, cuando hay malas calificaciones se deben tomar en cuenta la edad a la que el pequeño inició su vida académica (si fue a los cinco años en el jardín de niños o a los dos en maternal) y el sistema de enseñanza en el que se encuentra; esto porque hay distinto contenido curricular en una escuela oficial que en una particular, y en ocasiones la excesiva demanda de actividades saturan al alumno, generan malos resultados que afectan su autoestima y ocasionan rechazo hacia la educación”, señala la experta.
Hay casos en que con sólo cambiar de ritmo de actividades se empieza a tener buen desempeño, pero en otros se siguen presentando problemas para aprender a un ritmo adecuado, a la vez que se observa carácter introvertido, apático, poco participativo o completamente extremo: agresivo, demasiado inquieto y con periodos de atención muy reducidos. En situaciones así, la evaluación permitirá conocer los motivos de la conducta, que pueden encontrarse en el ámbito familiar, y determinar los pasos a seguir para obtener una solución.
Hay que hacer mención de que psiquiatra o psicólogo tiene la obligación de preparar un informe para describir a los padres y al niño cuál es su situación en términos comprensibles, de modo que los aspectos biológicos, psíquicos y sociales sean contemplados, y de que toda duda sea aclarada. Posteriormente se ofrece una serie de recomendaciones y se desarrolla un plan de tratamiento.
Ejemplos que alteran la salud mental infantil
A fin de clarificar de qué manera pueden ayudar psicólogos y psiquiatras a superar problemas en el desarrollo del menor, algunos de los casos más frecuentes para tomar en cuenta son:
- Tartamudez
- Enuresis. (el niño o niña se orina más allá de su control)
- Divorcio de los padres
- Fobia social
- Depresión
- Trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH)
- Violencia intrafamiliar
- Abuso sexual
- Discapacidad infantil
- Adopción
- Niños sobredotados
- Anorexia y bulimia
Psicologos, Psicopedagogos y Psiquiatras de niños y adolescentes son los indicados para evaluar, diagnosticar y dar tratamiento a estos desórdenes caracterizados por la obsesión por la comida y la distorsión de la imagen corporal. Las investigaciones demuestran que la identificación y el tratamiento a tiempo tienen resultados favorables, por lo que los padres, al notar los síntomas, deben acudir al psicólogo o psiquiatra, quien trabajará en equipo con un nutriólogo.
En MENTORIA contamos con los profesionales adecuados para atender estos problemas.