¿Cómo enfrentar el bullying?
Muchas veces pasa que comenzamos a usar y sobre usar un concepto que se instala en el ambiente y que muchas veces no sabemos realmente qué es y de qué se trata. Bullying no es solo molestar a alguien.
Bullying es un comportamiento agresivo no deseado, que además tiene que ver con un desbalance de poder. Este comportamiento es repetitivo, sostenido en el tiempo y ambas partes -el que ataca y el atacado-, son víctimas que pueden sufrir las consecuencias a lo largo de sus vidas.
El bullying puede presentarse de forma individual o grupal -a esta se le llama “mobbing”-, y tienen cuatro formas: agresión física; verbal; relacional, que tiene que ver con dañar las relaciones del otro, su reputación o lugar en el grupo; y el tipo que cada vez está más fuera de control: el cyber-bullying.
Aquella persona que hace cyber-bullying usa la tecnología para acosar, amenazar y avergonzar a otro, y es más común en niños de octavo básico para arriba, mientras que el bullying común puede aparecer desde los tres años si es que el comportamiento agresivo normal de un niño o niña de esa edad no es dirigido y atendido con consistencia.
Las formas de hacer bullying verbal pueden tener que ver con ponerle sobrenombres a alguien, insistir con algo que al otro le molesta, hacer comentarios inapropiados, amenazar, usar agresión verbal.
El bullying físico involucra herir el cuerpo de la persona o sus pertenencias. Es pegar, patear, escupir, empujar y también romperle sus cosas. Y el bullying social o relacional involucra dañar las relaciones de otro, ya sea excluyéndolo, diciéndole a otros niños que no sean amigos de la víctima, echando a correr algún rumor sobre esa persona o avergonzándolo en público.
El bullying puede ocurrir durante el horario escolar como también fuera de éste, en la liebre escolar o en las plazas.
Se conoce al atacante como “bully”, y en general muestra características sociales poco favorables; es ansioso y le cuesta conectarse con los sentimientos de los demás. Malentienden las intenciones ajenas, volviéndose hostiles en situaciones que no lo ameritan.
Y estos “bullies” no pueden existir sin la víctima, quien es generalmente, vulnerable y más débil.
Claro está que ningún padre o madre quiere estar en este lugar, ni en el del bully ni en el de la víctima. Ambas posiciones son muy dolorosas y frustrantes. Pero lo bueno, es que la mayoría de los colegios han ido implementado diversos programas diseñados para frenarlo.
Y lejos lo más efectivo es poder entablar conversaciones con nuestros hijos, ya que poder hablar de algo doloroso, que nos hace sufrir, alivia inmediatamente a la víctima y lo hace desarrollar resiliencia.
Con respecto al bully, cuesta más desarrollar empatía y responder al llamado de auxilio de aquel niño o niña que hace bullying. Es algo así como “el malo” de la película, el enemigo de todos.
El primer impulso es castigarlo para proteger al que fue acosado ya que creemos que esto va a detener este comportamiento, pero la verdad es que, si no se pone atención al origen del problema, no vamos a lograr nada. Es altamente probable que ese “bully” tenga carencias grandes y necesidades socioemocionales no satisfechas.
Y lo primero es que él o ella confíe en que el adulto quiere su bienestar, para lo que debemos ganarnos su confianza y que así pueda elaborar sus aflicciones y trabajarlas con nosotros.
En el caso del resto de la comunidad de niños, que no son ni el bully ni la víctima, tenemos el deber de enseñarles una cierta responsabilidad social, que significa actuar frente a una situación abusiva o violenta.
Enseñarles que deben defender a la víctima, frenar ciertas dinámicas negativas o avisarle a un adulto de lo que está pasando.
Les recomiendo entrar a ver una gran iniciativa llamada “Volando en V”, una fundación que tiene un programa para combatir el maltrato escolar para así construir una convivencia positiva, donde son los mismos alumnos más grandes, a través del liderazgo, quienes cuidan a los alumnos más chicos y promueven una convivencia sana.
Los que están alrededor de una dinámica de bullying son los que deben dar la alarma. Y nosotros debemos enseñarles a nuestros hijos a ser esa alarma.
Fuente: Revista Paula
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