Cuidado con la positividad tóxica, se esconde en las frases repetidas y buenas intenciones
Podría parecer contradictorio, pero la positividad puede ser tóxica.
Definimos la positividad tóxica como la sobregeneralización excesiva e ineficaz de un estado feliz y optimista en todas las situaciones. El proceso de positividad tóxica da como resultado la negación, minimización e invalidación de la auténtica experiencia emocional humana.
Como todo lo que se hace en exceso, cuando se utiliza la positividad para encubrir o silenciar la experiencia humana, se vuelve tóxica. Al desautorizar la existencia de ciertos sentimientos, caemos en un estado de negación y emociones reprimidas. La verdad es que los humanos somos defectuosos. Nos ponemos celosos, enojados, resentidos y codiciosos. A veces la vida puede simplemente no tener valor. Al pretender que somos “personas con actitud positiva todo el día”, negamos la validez de una experiencia humana genuina.
Señales de positividad tóxica
A continuación se presentan algunas expresiones y experiencias comunes de positividad tóxica para ayudar a reconocer cómo se manifiesta en la vida cotidiana.
Ocultar/enmascarar tus verdaderos sentimientos
Tratar de “simplemente seguir adelante” reprimiendo/descartando una(s) emoción(es)
Sentirse culpable por sentir lo que siente
Minimizar las experiencias de otras personas con citas o declaraciones de «sentirse bien»
Tratar de darle una perspectiva a alguien (p. ej., «podría ser peor») en lugar de validar su experiencia emocional
Avergonzar o castigar a otros por expresar frustración o cualquier otra cosa que no sea positividad
Cuando no queremos mostrar una parte de nosotros mismos, creamos una cara falsa o una imagen pública para el mundo. Ese rostro a veces puede parecer alegre, con una sonrisa feliz, diciendo: «Todo sucede por una razón, es lo que es». Cuando nos escondemos así, negamos nuestra verdad. La verdad es que la vida puede doler a veces. Si estás enojado—y los sentimientos de enojo no son reconocidos—se entierran en lo profundo de nuestro cuerpo. Como se describió anteriormente, las emociones reprimidas pueden manifestarse más adelante en forma de ansiedad, depresión o incluso enfermedades físicas.
Es importante reconocer la realidad de nuestras emociones verbalizándolas y sacándolas de nuestro cuerpo. Esto es lo que nos mantiene cuerdos, saludables y nos alivia de la tensión causada por la supresión de la verdad. Una vez que honramos nuestros sentimientos, aceptamos nosotros mismos, lo bueno, lo malo y lo feo. Y aceptarnos tal como somos es el camino hacia una vida emocional robusta.
Cómo evitar la positividad tóxica
Algunas estrategias para evitar la positividad tóxica incluyen:
- Reconocer las emociones negativas como normales y como una parte importante de la experiencia humana
- Identificar y nombrar las emociones en lugar de tratar de evitarlas
- Hablar con personas de confianza sobre las emociones, incluidos los sentimientos negativos
- Buscar el apoyo de personas que no juzgan, como amigos de confianza o un terapeuta
Una persona puede evitar imponer una positividad tóxica a los demás al:
- Alentar a las personas a hablar abiertamente sobre sus emociones
- Sentirse más cómodo con las emociones negativas
- Evitar tratar de tener una respuesta positiva a todo lo que dice una persona.
- Reconocer que las emociones negativas intensas a menudo coinciden con emociones positivas poderosas, como cuando el dolor profundo indica un amor intenso
«Si yo pude, tú puedes»: cuidado con caer en la trampa de la falsa motivación
Con el fin de motivar, estimular e incentivar, con frecuencia hay alguien que, desde su experiencia personal, menciona la popular frase: «Si yo pude, tú puedes”.
Esta frase que pretende ser motivadora, lleva consigo una carga de negatividad escondida, porque parece indiscutible, pero llena de contradicciones a quien la escucha.
Un clásico de los gurús
Se trata de una de las expresiones predilectas de «gurús» e «influencers» de las más diversas áreas: salud y bienestar, economía, relaciones, ejercicio físico, entre otras.
Entonces surge la pregunta ¿por qué esta frase es perjudicial? ¡Si está cargada de motivación!
Pese a que a simple vista puede parecer una frase muy estimulante, está llena de dobles mensajes y verdades a medias.
Verdad a medias
Uno de los inconvenientes que presenta esta frase, es que comienza con una verdad: «Yo pude».
La persona que la dice seguramente tenga evidencia de eso que afirma: consiguió aumentar sus ingresos, superó una enfermedad compleja, conquistó a su pareja soñada, bajó un buen número de kilos y ostenta un gran estado atlético.
El problema es que esa afirmación, puede llevar a quien la escucha a creer la segunda parte, el ‘tú puedes’ como una consecuencia directa de la primera parte.
Algo así como causa-consecuencia: ante una situación inicial aparentemente (palabra clave) similar, se aplica la misma receta y se obtienen los mismos logros. Ahí está el problema.
La dificultad radica en que quien recibe el mensaje seguramente no tenga la misma historia, el mismo contexto, las mismas herramientas que quien dice la frase. Ni la vida, ni la psiquis, es lineal. Es más bien es circular.
Una causa puede producir mil consecuencias, mil causas pueden producir una sola. El éxito de otro no garantiza el propio.
Es importante que quede claro: seguramente más de uno pueda y lo logre, pero no es una obligación lograrlo, solo porque otro pudo.
Es una frase que niega la realidad de que no hay dos personas iguales, que cada uno viene de un sistema familiar distinto, desarrolló herramientas diferentes, por lo cual no los motiva lo mismo.
¿Motivación o frustración?
Además, el destinatario de la frase motivacional se siente ante «el pesado compromiso de tener que poder”, porque quien la dice «pudo» y convierte en una obligación este «poder hacer».
Puede nacer de un deseo real de querer ayudar, pero el resultado es contraproducente. La realidad es que no todos pueden lo mismo, y quien no llegue a alcanzar ese logro, en el área que sea, se va a sentir mucho más defraudado consigo mismo, desilusionado por no poder.
Ese «fracaso» muchas veces desencadena pensamientos negativos y autocondenación.
«Estaba obligado a poder -piensa esa persona-, a lograrlo, como ese otro que sí lo logró y que me está mostrando la supuesta evidencia de que el logro es alcanzable». Frente a este incumplimiento la frustración se multiplica.
Trazar un plan propio
Para alcanzar un objetivo se necesita más que frases motivacionales o copiar recetas de gurús o influencer.
Es clave planificar, equivocarse, corregir esas equivocaciones y trazar el propio plan.
Se pueden tener muchos fracasos, y sin embargo aprender y reprogramar y seguir en el camino hacia el logro.
Pero es muy difícil triunfar con un plan calcado de otra persona, sin que haya sido repensado, cuestionado y adaptado.
Empatía ante todo
Si se desea motivar a otro, el propio ejemplo y la autorreferencia, pueden ser elementos útiles, siempre y cuando no se conviertan en el peso de una obligación.
Escuchar y conocer la realidad y el contexto de otro, es más poderoso que decir frases motivadoras, pero carentes de comprensión. Es por esto que antes de decir indiscriminadamente ‘si yo pude, tú puedes’ es sano tener la empatía de comprender que no todos tienen las mismas oportunidades, y acompañar a otro, desde el lugar de la aceptación y el compromiso con sus posibilidades.
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