El divorcio es una de las decisiones más difíciles y tristes en una pareja. Un divorcio no es algo que se decida de la noche a la mañana. Si no están seguros de estar tomando el camino correcto hay ciertas preguntas que deben hacerse antes de tomar tan importante decisión.
A través de los años las parejas atraviesan distintos momentos. Los altibajos emocionales suelen ser frecuentes, pero cuando la situación se escapa de las manos y no encuentran la salida al malestar muchas veces se piensa en el divorcio. A veces la separación es consensuada, a veces se trata de la decisión correcta cuando hay maltrato o violencia física o sicológica, pero cuando hay dudas, resquemores, miedos y no hay consenso entre ambas partes es mejor tomarse un tiempo para pensar y evaluar si es una decisión correcta.
1. ¿Qué es lo que me hace pensar en el divorcio?
A veces hay que hacer un análisis y pensar qué es concretamente lo que nos hace pensar en el divorcio. Tal vez creas que ya no hay amor, cuando en verdad lo que se ha perdido es la comunicación. Tal vez piensas que ya no son esa pareja divertida y pasional de antes, cuando lo que ganó fue la rutina diaria. O tal vez lo que antes no te molestaba tanto ahora ya no lo soportas. En cualquier caso, inclusive ante una infidelidad, todo puede conversarse.
2. ¿Es sólo un enojo pasajero o estamos saliendo lastimados?
A veces el orgullo nos gana y no nos deja mostrar lo que realmente sentimos. Cuando estamos muy enojados nuestros peores sentimientos afloran y es muy difícil pensar “en frío”. Si hay enojos acumulados la cosa es aún más difícil, pero a veces no se trata de falta de amor sino de incomprensión. Cuando el respeto se va perdiendo en la pareja, y ambos salen lastimados es mucho más difícil encontrar la solución -aunque no imposible. Pregúntate si ese enojo podría llegar a ser revertido y analiza también si tu propio orgullo no te está dejando ceder.
3. ¿Estamos haciendo todo lo posible para salvar nuestra pareja?
Conversaron, tomaron distancia, fueron a terapia de pareja y aún así uno de los dos o ambos sienten que el divorcio es la mejor opción. Analiza todas los elementos y trata de ver lo positivo que hay entre ustedes. Lo ideal es que ambos aporten su grano de arena para salvar la relación, pero si uno de los dos está desalentado será trabajo del otro tomar las riendas para poder encaminar la pareja. Tal vez no estén siendo honestos con ustedes mismos. Piensen en lo positivo de darse una nueva oportunidad.
4. ¿Puedo imaginar mi vida sin mi pareja?
Considera que un divorcio implica cortar abruptamente con lo que compartían a diario. No sólo estarían cortando las cosas negativas sino también las positivas. Un divorcio es un antes y un después. Imagina tu vida sin él o sin ella para saber si realmente es lo que quieres.
5. ¿Que enseñanza me dejaría el divorcio a mí y a nuestros hijos?
Cuando hay hijos por medio el divorcio se torna aún más difícil. Las consecuencias de un divorcio se evidencian directamente en los niños. Habrá personas que digan “mis padres se divorciaron y aquí estoy entero”, sin embargo la ruptura de los progenitores socava la integridad síquica y espiritual de los niños. No se trata de quedarse en una relación insana por ellos pero sí debes saber que ante una decisión como ésta los hijos inevitablemente sufrirán.
Cuando hicimos el curso prematrimonial con mi esposo, presidía el encuentro una simpática pareja de unos 60 años aproximadamente. Lo que nos dijeron nunca lo olvidaré: ” Ustedes ahora son harina y agua. Cuando se unan ante Dios serán masa. Podrán separarse, pelearse, pero nunca volverán a ser harina y agua”.
El matrimonio es un compromiso de fe y de amor. Si el divorcio es inminente tómense un tiempo para plantearse estos puntos mencionados y decidir si es la mejor opción. Mientras tanto, trabajen en el respeto y la comprensión día a día para afianzar la relación. Y si aún así tu decisión es el divorcio, hazlo con la certeza y convicción de que hicieron todo lo posible para salvar lo bello que alguna vez tuvieron.
Fuente: Vanguardia (Mexico)